sábado, 21 de septiembre de 2013

Recuerdos de una ciudad muerta (II)



Nos habíamos embarcado en un extraño viaje. Un periplo en el que el mero fluir de la música nos adentraba en las calles de Prípiat, la ciudad abandonada tras el accidente nuclear de Chernóbil. La experiencia auditiva que con tal intensidad nos había sugestionado recibe el nombre de «Dead Cities», a cargo del dúo británico The Future Sound Of London. En un capítulo anterior, introdujimos a estos singulares personajes y comenzamos el radiactivo itinerario que de seguido nos disponemos a continuar, no sin ciertos retos planteados por los propios artistas. Y es que para todo comentarista que se precie, resulta confuso hablar de un álbum cuyo número de títulos reflejados en la contraportada no se corresponde con el número de pistas detectadas por el reproductor.

La siguiente parada de nuestro trayecto recibe el nombre de «My Kingdom +», una de las pocas piezas del trabajo que no logramos identificar con las imágenes del abandono de la ciudad. Apreciamos en ella la característica combinación de sonidos exóticos y ambientes de ciencia ficción con que The Future Sound Of London nos han venido agasajando en anteriores álbumes. Como síntesis del contraste de ambos mundos, encontramos en «My Kingdom +» samples perfectamente reconocibles de, por un lado, la banda sonora de «Érase una vez en América» de Ennio Morricone y, por otro, la cristalina «Rachel’s Song» que compusiera Vangelis para el film «Blade Runner».

A continuación, «Max» sorprende por su calmo optimismo carente de percusión. Podríamos con ella volver a las cajas de fotos deterioradas, captando imágenes familiares de aquel período entre 1970 y 1986 en que hubo niños en los parques de Prípiat.

© Cécile Muller
Después del corto instante de sol, «Antique Toy» nos devuelve a los apartamentos desiertos. El título no puede describir mejor lo que sucede en la pieza, ya que efectivamente imaginamos juguetes rotos, abandonados en algún rincón, siendo pasto de la erosión que lentamente esculpen las goteras y humedades.

La opinión más extendida en las reseñas del álbum es que el noveno corte abarca los títulos «Quagmire» e «In A State Of Permanent Abyss», quedando siempre un margen de duda. Ya la primera nota, cargada de tensión, nos trae a la mente imágenes de los primeros militares enviados a la ciudad. Vestían trajes de caucho, máscaras, y, paseándose con tan siniestra indumentaria entre los despreocupados habitantes de Prípiat, realizaban mediciones de radiación. Según se desarrolla el tema musical, avanzamos en el tiempo con el estruendo de las percusiones; contemplamos a los mineros de Tula abriendo un túnel por debajo del reactor para evitar la filtración del magma; contemplamos también a los soldados, subidos en la azotea de la planta, recogiendo a golpe de pala el grafito radiactivo.

«Glass» tiene un halo de infantilidad que nos devuelve a las imágenes de juguetes rotos, pero también a la famosa noria que nunca llegó a inaugurarse. En sus proximidades, se dispersan algunos asientos oxidados desprendidos de la atracción, así como desmembrados coches de choque. Con el chapotear de gotas incluido en la percusión del tema, nos desplazamos a la piscina del gimnasio, con todo su alicatado agrietado. Una zona más mecánica de la pieza puede sugerir también un paseo por el interior de naves industriales, donde permanece inmóvil diversa maquinaria pesada.

Una vez más, el componente exótico de «Yage» dificulta la labor de relacionar la música con alguna escena de la ciudad soviética. Sin embargo, su atmósfera frondosa podría obsequiarnos, echándole un poco de imaginación, con un recorrido por la ribera del río Prípiat en busca de granjas y construcciones tradicionales en las que ya no viven sino el musgo y los ramajes.

«Vit Drowning» o «Through Your Gills I Breathe», con su relativa delicadeza y misterio, nos transporta a las estancias desoladas de una clínica. Dispersos por doquier, ruedan frascos intactos de medicamentos, conservando aún el líquido en su interior perfectamente sellado. (Paredes desconchadas, árboles que crecen en el interior de edificios).

La clausura del álbum llega con «First Death In The Family». Su brevedad permite un último vistazo a la monumentalidad truncada de Prípiat, a las siluetas amenazantes de sus torres y, al fondo, la figura de la planta de Chernóbil parcialmente imbuida en el sarcófago. El sonido de un trueno cierra el álbum con contundencia, restando todavía una «pista oculta» a modo de bis excéntrico.

«Dead Cities» acaba un primer capítulo para The Future Sound Of London, situados en el clímax de una evolución sonora muy importante. Después de este trabajo de 1996, no volveremos a saber nada del dúo hasta seis años después con «The Isness».

En cuanto a la actualidad de Prípiat, es posible encontrar agencias que organizan viajes al lugar. Gracias precisamente a algunos turistas de esta ciudad muerta, podemos encontrar en Google Maps una gran variedad de fotografías que han ayudado a ilustrar nuestro peculiar viaje. Un viaje que The Future Sound Of London quizás no imaginaron.



2 comentarios:

  1. Buen trabajo el tuyo, y el de FSOL también.
    Un grupo que le seguí la pista hace años.
    Este trabajo es oscuro, industrial, dark, decadente (en el buen sentido) y suena como una apisonadora.
    saludos sintéticos.

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  2. Gracias por pasarte de nuevo, Chorby ;) "Apisonadora"... interesante imagen. Es un trabajo bastante contundente sobre todo si lo comparamos con el anterior "Lifeforms". Aprecio mucho su solidez no exenta de delicadeza en muchas ocasiones.
    Saludos futuristas.

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