miércoles, 3 de agosto de 2016

Notchnoi Prospekt: historia de una banda experimental rusa (I)

Por razón desconocida, a los niños les gusta el rock alternativo. Cuanto más arduo, cuanto más crispantes sean sus disonancias… Percatóse un servidor de tal fenómeno durante una prueba de sonido con su propia banda, Neverend, la cual fue presenciada, a pleno sol de un mediodía de Mayo, por todo un aula de querubines de primaria.

¿Querubines, digo? Según acabara la pieza más árida del repertorio, escogida al punto para nuestras pruebas de sonido, rompióse en mil aplausos y gritos toda la multitud de niños que, con estruendo semejante, vitoreaba una canción referente a la muerte; a una inminente destrucción, a un final violento de nuestra existencia.

No sin fundamento pensará el lector que el espíritu indómito de un niño se puede henchir con cualquier composición plena de instrumentos percutidos, de modo que, allí donde haya una buena batería, podrá obtenerse un público infantil entregado. Ya que me resulta imposible debatir esta opinión, me conformo con relatar cuán identificado me sentí al ver la actuación en vídeo de una auténtica banda de culto, cuyos orígenes se remontan a los últimos tiempos de la Unión Soviética.

Me refiero a Notchnoi Prospekt, quienes, presentando en vivo uno de sus trabajos más ásperos y sublimes, a saber, «Kisloty» («Ácidos»), contaron con una ilusionada primera fila de niños que bailaban al ritmo de «Ostatki somneniy» y «Mne ne nuzhna informatsiya». Ambos títulos son exponentes de la faceta más industrial de la banda.

Tanto la cámara como el montador se detienen en la danza de una de las niñas, ocupando con tan espontáneo detalle un buen fragmento de película. Pese a lo entrañable del momento, las imágenes acaban por devolvernos a los gigantescos enjambres de viviendas, levantados módulo a módulo, que conforman el Complejo «Atom» de Residencias Juveniles, en Moscú. Un escenario rayano en lo surrealista, pues banda y equipo se encuentran sobre el porche de la tosca mole, de manera que, entre la música y la arquitectura, se produce una simbiosis, cuando menos, inquietante.




Las letras de Notchnoi Prospekt delinean eventos mundanos con extremo detalle, mientras en algún lugar, al fondo, se avecina una visión apocalíptica, como una catástrofe medioambiental o masas totalitarias enfrentándose sin motivo en las calles.

Anton Nikkilä,
músico experimental finés,
fundador del sello N&B Research Digest junto a Alexéi Borísov, de Notchnoi Prospekt


Tecnopop, revivalismo, juguetes

La historia de los moscovitas Notchnoi Prospekt (en español, «Avenida de noche») arranca en 1985, si bien el proyecto que hallamos en tal fecha, difiere con desmesura de la banda de art-rock que a tantos oyentes bizarros ha cautivado. 

Al igual que unos primerizos Suicide, Alexéi Borísov e Ivan Solokovsky se hicieron con un humilde arsenal de juguetes electrónicos –pequeños sintetizadores, cajas de ritmos, pedales de efectos; guitarra y bajo eventuales– que pusieron al servicio de una propuesta con vocación pop, algo circense a veces, y no exenta de pequeñas pinceladas de psicodelia, destinadas sobre todo a nutrir la vertiente cómica de los temas. No faltaron las colaboraciones con vocalistas como Natalia Borzhómova o la después célebre Zhanna Aguzárova, gracias a las cuales, pequeños clásicos como «Okh» adquirieron un singular encanto.

Sucediéranse las cassettes a buen ritmo y, según se implementaran mejoras en el equipo, mutara rápidamente el sonido, tornándose cada vez más pop y adoptando ciertas tendencias revivalistas muy en boga por aquellos años. Surf, Twist, Ska, Rock and Roll clásico… cualquier baile retro era susceptible de pasar por las máquinas para salir del probador con un disfraz semi-nuevo.

Como si de una síntesis de esta etapa se tratara, se produjo el álbum «Gumanitarnaya Zhizn» («Vida humanitaria»), donde encontramos a la mencionada Zhanna Aguzárova ocupando un puesto relevante en la cartelera. Porque, a su modo, la portada de este trabajo se asemeja a un cartel de cine.

Sin embargo, mientras Aguzárova se zambullía en una carrera plena de galas y actuaciones televisivas, primero como parte de la banda Bravo y después en solitario, Notchnoi Prospekt golpearon con virulencia el timón, dando lugar a una de las transformaciones más inquietantes que puedan darse en un grupo de música popular.

En la próxima entrega de este relato, quisiera referir cómo se las arreglaron estos camaleones del rock de vanguardia para desarrollar su nueva personalidad, fuerte y atrevida, sin perecer en el intento. Nos encontramos en 1987, tras apenas dos años de trayectoria de la banda. Y es que el tiempo transcurre tan rápido…


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Nota: el nombre del grupo expresado en caracteres cirílicos (alfabeto ruso) posee el siguiente aspecto: Ночной Проспект. La transcripción al alfabeto latino «Notchnoi Prospekt» es la más extendida en la red, mas no la más ortodoxa. Los conocedores de la lengua rusa suelen recomendar la transcripción «Nochnoy Prospekt».